Detrás de este rebuscado título se esconde uno
de los aspectos con más recovecos y más delicados de abordar en el deporte
formativo. ¿Cuál es mi rol como padre o madre cuando observo a mi alrededor a
otros padres y madres que insultan al árbitro, a los rivales, al entrenador… es
decir, cuando faltan al respeto a los participantes en la actividad deportiva?
En esta primera entrada vamos a encuadrar un
caso real que nos dé pie a reflexionar sobre algunas preguntas que es bueno que
nos hagamos. En la siguiente entrada haremos hincapié en los pasos que podemos
dar y que nos pueden ayudar a gestionar la situación.
Recientemente en Escuela DCP hemos recibido la
consulta de un entrenador de base sobre un caso de este tipo: el padre de uno
de los jugadores de su equipo reincide, partido tras partido, en dichas faltas
de respeto hacia los árbitros, rivales… ¡y hacia los jugadores de su propio
equipo! Es decir, son frecuentes los comentarios despectivos hacia los
compañeros (y amigos) de su hijo.
Desde el club se están tomando medidas al
respecto, y el propio entrenador también ha intervenido para buscar un cambio
en la conducta de este padre. El niño se siente mal con dicho comportamiento y
su rendimiento se ha resentido bastante; y lo más importante, se siente mal
cuando va a los partidos. Sus compañeros (especialmente los que son blanco de
las críticas de su padre) perciben una tensión en el ambiente muy poco
recomendable para cualquier deportista, y menos aún en edad alevín.
Hasta aquí un caso que, desgraciadamente, se
repite más de lo que nos gustaría. Llama la atención que una parte de las
salidas de tono de este padre vayan dirigidas a los propios compañeros de su
hijo. Pero lo que más llama la atención es otro hecho: la nula respuesta del
resto de padres y madres del equipo, aún cuando sus hijos son increpados en
ocasiones. Indagando en este aspecto, nos encontramos con que la situación
viene de largo y no se limita a la presente temporada. Nos referimos tanto a
las actitudes de este padre como a la ausencia de respuesta de los demás.
Ante casos como este, desde Escuela DCP
creemos que es fundamental la intervención del club y del propio entrenador,
tal y como está ocurriendo. Pero también creemos que hay un factor clave: la
respuesta del resto de padres y madres puede tener un efecto aún más potente
para reconducir la situación. Generalmente, un padre al que el entrenador o el
club le llama la atención suele ver en ellos un enemigo, a alguien que le habla
desde otro nivel, que le ataca, y por ello es habitual que responda “a la
defensiva”.
Esto mismo podría ocurrir si interviene otro
padre o madre, pero en este caso hay otros factores que pueden influir en que
este padre sea más receptivo: es una relación de igual a igual, puede haber
lazos de amistad previos y, lo más importante, tienen en común a unos hijos que
encuentran en el deporte una actividad con la que disfrutan. Por todo ello, es
más probable que haya un sentimiento de empatía, algo que no siempre ocurre
entre padres y club o entrenador, especialmente cuando las cosas no van bien.
Más allá de este posible efecto, hay otro
quizá más importante: ¿qué mensaje quieres transmitir a tu propio hijo? Como
padre o madre, somos figuras de referencia y el primer sitio al que miran
cuando surge un conflicto. Y muchos niños nos hacen preguntas: ¿por qué ese
papá grita tanto en los partidos? ¿Por
qué insulta? ¿Y por qué nadie le dice nada, si a mí siempre me decís que
insultar está mal?
Es importante prepararnos para estas
preguntas, con la idea de transmitir un mensaje claro: tolerancia cero a
actitudes violentas en el deporte, y especialmente en el deporte de nuestros
hijos. Ninguna de las respuestas que les demos deben transmitir una mínima justificación
a dichas actitudes. Frases como “es que este hombre es así”, “tampoco es para
tanto”, “seguro que ha tenido un mal día” o “cualquiera le dice nada” nos
convierte en cómplices de comportamientos nada deseables.
Hasta aquí el encuadre del caso y unas primeras orientaciones sobre cómo prepararnos para actuar. Como decíamos al principio, en la siguiente
entrada os ofreceremos algunas acciones que, como padres, podéis llevar a la
práctica a la hora de intervenir con el fin de proteger a vuestro hijo o hija.
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